Un día como hoy hace 142 años, a las once y quince de la mañana un combate en el puerto del Callao, marcó la historia del Perú. El enfrentamiento ocurrió durante la Guerra Hispano-Sudamericana, conocida en España como Guerra del Pacífico, el 2 de mayo del año 1866, entre una flota de de 7 naves de la Armada Española, a cuyo mando se encontraba el almirante Casto Méndez Núñez, y las defensas del Callao bajo el mando del entonces Jefe Supremo de la República del Perú Mariano Ignacio Prado.
Esa mañana la ciudad chalaca lucía embanderada, había sido abandonada por todos aquellos que no eran combatientes. La fragata española Numancia de siete mil toneladas, hizo los primeros disparos, iniciándose el fuego por ambas partes.
La frenta se prolongó hasta las 5 de la tarde, cuando todos los buques españoles Villa de Madrid, la Berenguela, la Blanca, la Almanza, la Vencedora, la Resolución y el blindado Numancia, uno de los grandes barcos en la historia marítima mundial, ya habían abandonado la línea de ataque con averías de diversa magnitud, y con muertos y heridos a bordo, incluido el brigadier Méndez Núñez.
Los barcos peruanos, eran cinco, el Loa, el Victoria, el Colín, el Tumbes y el Sachaca, que en comparación con los españoles eran pequeños y de vapores de madera, fueron consignados sólo de refuerzo por lo que se organizaron baterías, torres y fuertes que se encargarían de hacer frente a las naves españolas.
Las baterías se distribuyeron desde la boca del río Rímac hasta La Punta. Estas fueron llamadas: Independencia, Pichincha, Provisional, Maipú, Chacabuco, Abtao y Zepita. Las torres: Junín y La Merced. Los fuertes: Ayacucho y Santa Rosa. El total de cañones peruanos: cincuenta y tres. Se contaba con dos cañones Armstrong que eran los más modernos de la artillería de la época, y también con dos cañones Blackely, uno de ellos fue llamado "el cañon del pueblo", todo ello improvisado en 24 horas por una multitud. En el centro se hallaban los barcos peruanos que contaban con apenas 45 piezas de artillería contra 245 cañones españoles de la Numancia.
El intercambio de artillería fue intenso por ambos lados, las defensas peruanas experimentaron un rudo golpe en la torre de la Merced, cuando a consecuencia de una explosión, voló por los aires el polvorín de la torre, con la lamentable perdida de todos los que allí se encontraban, incluyendo al Ministro de Guerra y Marina, don José Gálvez, quien desde allí dirigía el combate.
La infructuosa aventura española sobre costas sudamericanas culminó con su retirada a la isla San Lorenzo para enterrar a sus muertos y reparar los daños recibidos: posteriormente el 10 de mayo zarparon en forma definitiva de las costas peruanas.
En esta jornada, numerosos marinos conjuntamente con los oficiales del Ejército, contribuyeron con su experiencia en la dirección de las piezas de grueso calibre instaladas en la ribera y tuvieron a su cargo la interpretación de los mensajes correctivos en clave de los señaleros de los buques.
Así, oficiales de marina, personal subalterno y de marinería, tanto en los buques como en tierra, brillaron en la defensa del honor nacional, conjuntamente con los miembros de otras fuerzas y con la ciudadanía entera, que, al frente del ocasional adversario, escribieron una página de gloria de nuestra historia republicana.
Cabe indicar que la participación extranjera en el combate fue muy importante porque se unieron en defensa del territorio peruano, soldados ecuatorianos, chilenos, bolivianos y hasta mexicanos, cuyos intereses también estaban en juego.
Finalmente en el año 1880 los países de España y Perú establecen relaciones diplomáticas y subscriben un tratado definitivo de paz y amistad que desde entonces rige inalterable y sincero.