Protestas llevaron el viernes a un baño de sangre en todo el país, con unos 50 muertos en El Cairo, en una jornada convocada por los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi contra la represión del Gobierno apoyado por los militares. Islamistas amenazan con endurecer las acciones.
»Iras santas». Un manifestante islámico es alzado por sus partidarios durante el sangriento ?viernes de la ira? en todo el país.
Después de las concentraciones, los Hermanos Musulmanes anunciaron en un comunicado que durante siete días habrá manifestaciones como la de ayer. “Pedimos a la gente de Egipto que se manifieste a diario hasta que acabe este golpe”, dijo la Hermandad. Con el golpe, el Ejército prometió seguridad y estabilidad, darle a Egipto un Gobierno que atendiera las necesidades de todos los ciudadanos. Ese objetivo queda cada día más lejano, sobre todo dado el desafío, firme y cada vez más encendido, de las fuerzas islamistas, que sienten que ya tienen muy poco que perder.
El caos gobierna en todo el país
Profundamente polarizado tras meses de turbulencia política, Egipto está cerca del abismo y sumido en el caos.
Los Hermanos Musulmanes y sus seguidores se niegan a aceptar el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi. El movimiento islamista reclama la renuncia del comandante del Ejército, general Abdel Fattah al-Sisi y la restitución de Mursi, quien está detenido y no ha sido visto en público desde su derrocamiento.
Los gobiernos de Brasil, Venezuela y Ecuador fueron los primeros de la región en convocar a consultas al embajador de Egipto para manifestar su «consternación» por la grave situación en ese país.
(El Comercio)