En su último partido con la camiseta número 9 de la selección brasileña que hizo legendaria, el ex delantero Ronaldo fue la gran estrella de la deslucida victoria por 1-0 de la "verdeamarela" sobre Rumanía, en el último amistoso de preparación a la Copa América.
Los 15 minutos de la participación del "Fenómeno", a partir de los 30', marcaron un antes y un después en un amistoso que empezó con un buen desempeño de los locales y un gol de Fred pero terminó con la selección brasileña abucheada por la hinchada, que gritaba el nombre del ídolo ahora jubilado a los 34 años de edad.
Es cierto que faltaron los goles, y el propio Ronaldo pidió disculpas por ello en el corto discurso de despedida que pronunció durante el descanso.
"Perdónenme. Tuve tres oportunidades de gol y no pude marcar en mi último partido. Un gol hubiera sido una pequeña retribución por todo lo que ustedes hicieron por mí", afirmó, en tono humilde.
Alejado de las canchas desde febrero, cuando anunció su retiro, Ronaldo surgió hoy con la figura de un futbolista jubilado, con una panza prominente. Además, lucía cansado y se movió poco, quizás por los dolores por el cuerpo que lo obligaron a ingerir medicamentos antiinflamatorios para poder actuar.
Pese a todo, y con la ayuda de sus compañeros, que dedicaron todo el tiempo a armar jugadas para dejarlo delante del arco, tuvo una participación digna en el partido, reseñó DPA.
El primer tiro a gol del "Fenómeno" salió a los 34', y fue defendido por el portero rumano Tatarunasu. Luego, a los 40', desperdició una excelente oportunidad con un disparo muy desviado que dejó evidente su condición de futbolista retirado.
Pero tres minutos más tarde, tuvo un despejo de "Fenómeno", al eludir a dos marcadores y enviar el balón a gol, pero Tatarunasu estaba atento y logró atajar el disparo, con lo cual se convirtió en el villano de la noche para la hinchada brasileña.
"Yo realmente creí que esta pelota entraría al arco, pero el portero logró hacer la defensa. Todos intentaron ayudarme a marcar, el portero fue el único que no lo hizo. Pero no importa, yo anoté los goles que importaban", afirmó después, en entrevista a la televisión brasileña.
El momento más emotivo de la fiesta tuvo lugar tras el final del primer tiempo, cuando Ronaldo recibió la pelota del partido de las manos del árbitro argentino Sergio Pezzotta y dio la vuelta olímpica al estadio Pacaembú envuelto en una bandera brasileña y acompañado por dos de sus hijos, Alex, de cinco años, y Ronald, de 11, quien registraba en video cada momento de la noche histórica.
Caminando lentamente, Ronaldo saludó y lanzó besos a la multitudinaria hinchada que respondió con gritos de "Gracias, Ronaldo" y "Te amo, Ronaldo".
Luego, se asomó al escenario armado en el centro de la cancha y, luego de disculparse por los goles perdidos, se despidió con un cálido agradecimiento a sus compatriotas.
"Muchas gracias por todo lo que hicieron por mí en toda mi carrera, por aceptarme como soy, por llorar cuando yo lloré y sonreír cuando yo sonreí… Hasta pronto, pero ahora fuera de las canchas", dijo, antes de retirarse rumbo a los vestuarios.
Pero el "Fenómeno" siguió presente en el Pacaembú durante el segundo tiempo, en el que Brasil no creó ni una sola oportunidad para ampliar el marcador.
Molesto, el público pasó a abuchear a los jugadores de la selección nacional y a gritar el nombre de Ronaldo, quien anotó 67 goles en 104 partidos jugados con la "verdeamarela" y fue el comandante de la conquista del "pentacampeonato" en el Mundial de Corea/Japón 2002.
El delantero que conquistó en tres ocasiones el título de Jugador del Año de la FIFA había caído en desgracia tras el Mundial de Alemania 2006, en el que fue acusado de ser uno de los responsables de la eliminación de Brasil en los cuartos de final.
En la noche del adiós, sin embargo, los analistas se retractaron de todas las críticas al "Fenómeno", y fueron unánimes en inscribir el nombre de Ronaldo en el exclusivo club de los dioses del fútbol brasileño, conjuntamente con Pelé, Zico y Romario.