El Assad ha dicho que la población de Deraa -en el sur-, epicentro de las revueltas, "contendrá a cierta minoría que ha intentado sembrar el caos" y ha asegurado que ha impartido "órdenes muy claras" a las fuerzas de seguridad para que "no causen daño a los ciudadanos sirios" durante las protestas.
Al finalizar su discurso ante el Parlamento, -que ha sido televisado- decenas de personas que estaban apostadas fuera las sede legislativa han tratado de acercarse a la caravana . Se desconoce si eran partidarios u opositores al Gobierno, pero han sido dispersadas por las fuerzas de seguridad.
Asimismo, la agencia Reuters informa, citando a residentes, que en la ciudad costera de Latakia, cientos de manifestantes se han echado a las calles pidiendo "libertad" después del discurso. La BBC, por su parte ha informado de que se han escuchado disparos durante la concentración pero no se puede determinar de momento si han sido dirigidos contra los manifestantes o han sido disparos al aire para dispersarlos.
Ley de emergencia
Desde la semana pasada distintos portavoces presidenciales anunciaron que se levantaría el estado de excepción, vigente durante casi medio siglo, y que se tomarían medidas de liberalización política y económica. Esas cosas ya fueron prometidas por El Asad en 2000, cuando heredó la presidencia de su padre, y en 2005, pero nunca se llevaron a término. El Asad justificó su inacción por la "resistencia" de la "vieja guardia" del entorno de su padre. En los últimos días circularon en medios diplomáticos informaciones sobre un supuesto enfrentamiento palaciego entre simpatizantes de la reforma y partidarios de ahogar en sangre la revuelta, sin que quedara claro de qué lado estaba el presidente.
Tampoco estaba claro que una nueva retahíla de promesas fuera a calmar los ánimos. La revuelta nació en Deraa, una ciudad cercana a la frontera con Jordania, para reclamar cosas elementales, como que no fuera necesaria la aprobación de la policía política para comprar o vender una casa (una de las severas medidas de seguridad que se aplican en las zonas fronterizas para evitar "infiltraciones"), pero la durísima represión radicalizó las protestas. En los últimos días se exigía el fin del régimen y el establecimiento de un sistema democrático, y se proferían insultos contra El Asad.