Una vecina de Las Higueras en Talcahuano cuenta que los vecinos no aguantaron más. Que ante la alerta de saqueos, decidieron armar trincheras en los pasajes y realizar turnos empuñando palos y rifles, esperando el enfrentamiento.
La situación se repitió incontables veces en sectores residenciales de la Octava Región, cuando la jornada de caos, pillaje, vandalismo y saqueo alcanzó el clímax, luego de tres días desde el terremoto que devastó la zona.
El desorden público que ya se había manifestado el domingo no pudo ser controlado. Ni siquiera la primera jornada de toque de queda que se vivió entre domingo y lunes, pudo evitar que ayer se produjeran asaltos armados y saqueos, generando imágenes de pánico y sicosis prácticamente inéditas en el país.
La situación llevó a que el jefe de la Defensa Nacional para el Estado de Catástrofe, general Guillermo Ramírez, determinara que el toque de queda se extendiera entre las 20 horas de ayer y las 12 horas de hoy (16 horas de restricción). La medida fue resguardada por 2.000 militares y, anoche, se endureció tras los desmanes de la jornada. Además, se amplió a Talca, Cauquenes y Constitución, Región del Maule.
Dada la magnitud de los desórdenes, a la zona más afectada por la catástrofe se sumarán más efectivos hasta alcanzar 7.000 hombres en las VII y VIII regiones, de los cuales, 4.700 se concentrarán exclusivamente en Concepción. Los militares enviados tienen entrenamiento de Fuerzas Especiales, Comando y Montaña y provienen de la III División, la escuela de Infantería de San Bernardo, y la brigada de Operaciones Especiales de Peldehue, entre otras. Con este refuerzo del contingente, según evaluaciones al interior del Ejército, la situación debería tender a normalizarse. A ellos se suman también 300 infantes de marina que la Armada desplegó en Talcahuano y Concepción.
La violencia comenzó en la madrugada en diversos puntos de la región y un hombre murió producto de un disparo en Chiguayante. Al mediodía una turba ingresó a una embotelladora en Coronel, donde se estaba repartiendo agua potable. Apenas resistidos por 12 carabineros que debieron efectuar disparos al aire, el pillaje duró tres horas y no hubo detenidos. También hubo ataques a supermercados e industrias.
En Talcahuano hubo asaltos a bancos, bencineras y tiendas. Varios comerciantes salieron a la calle a proteger sus negocios, muchos de ellos armados.
En Concepción hubo saqueos en un local de arriendo de películas en el centro de la ciudad y un grupo de 30 sujetos incendió un supermercado Alvi. La misma situación afectó a un supermercado Santa Isabel, que fue asaltado y cuyo incendio fue apenas evitado por piquetes de Fuerzas Especiales de Carabineros. También hubo asaltos a locales más pequeños, que se repetían en la medida en que los escasos efectivos policiales que llegaban al sector se retiraban para contener nuevos focos de conflicto en el centro.
Por la tarde, una sucursal de la multitienda La Polar, que había sido asaltada en la mañana, fue quemada por una turba.
El pillaje no sólo afectó a locales comerciales, sino también a edificios públicos y casas particulares.
Cuarteles de Bomberos
En Concepción y San Pedro de la Paz, cuatro cuarteles de Bomberos fueron asaltados por grupos que buscaban bencina y agua. En este último lugar, un grupo intentó ingresar al consultorio, hecho que fue impedido por los carabineros.
Sin embargo, el mayor temor de la población se produjo ante el ataque a residencias. En Hualpén, grupos de entre 20 y 40 personas robaron en casas deshabitadas. También una turba saqueó la municipalidad, con el alcalde en el interior.
En zonas residenciales y poblaciones de Concepción, los vecinos decidieron cerrar calles y en turnos esperar con fierros, palos y otro tipo de armas. La causa: durante el día los habitantes temían que hordas de delincuentes se trasladaban por la ciudad saqueando casas. "Tememos lo peor. Nos armamos para defendernos" dijo un vecino del sector de las Lomas de San Andrés.
Cortesía: La Tercera