La revolución cubana vuelve a echarle un cable a la venezolana, esta vez para ayudar al presidente, Hugo Chávez, a hacer frente a la grave crisis energética que atraviesa Venezuela desde hace más de un año y que amenaza con dejar al país a oscuras. El martes, en medio del discurso de celebración de los 11 años de su presidencia, Chávez anunció sin mayores detalles que ya estaba en Caracas Ramiro Valdés, comandante de la revolución y ministro de Tecnología de La Habana, acompañado de una comisión técnica que se encargará de solventar los problemas de energía de Venezuela. "Está con nosotros al frente de esa comisión uno de los héroes de la revolución cubana, el comandante Ramiro Valdés", dijo Chávez, tras apelar a la experiencia que han acumulado los cubanos en materia de crisis de energía y racionamiento: "Ellos [los cubanos] lo han tenido [el problema eléctrico] muy grave en otras épocas (…)", dijo.
La colaboración cubana ha desatado todo tipo de críticas en Venezuela. Miguel Lara, ex director de la Oficina de Planificación de Sistemas Interconectados, ha tachado de "nefasta" la asesoría de La Habana, en declaraciones al diario venezolano El Nacional: "El plan de racionamiento en la Gran Caracas que el presidente Chávez suspendió el mismo día de su instrumentación por los inconvenientes causados es de factoría cubana, igual al aplicado a la población de la isla hace 50 años", explicó Lara, en referencia al plan de ahorro que intentó aplicar el Gobierno el pasado 13 de enero.
La fama de Ramiro Valdés también ha levantado polémica entre varios sectores de la oposición, donde le conocen como uno de los hombres fuertes de la represión en Cuba: fue ex jefe de la Dirección de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) y, junto a Juan Almeida Bosque y Guillermo García Frías, bautizado oficialmente por Fidel Castro como uno de los tres "comandantes de la revolución".
La crisis del sector eléctrico ha llevado al Gobierno venezolano a ensayar, sin éxito, todo tipo de planes de racionamiento. El pasado 2 de enero, el Ministerio de Energía Eléctrica ordenó limitar el horario de funcionamiento de los centros comerciales del país hasta las siete de la tarde: los cines, los teatros, los supermercados y los restaurantes se quedaron a oscuras, pero la protesta ciudadana por ese "golpe al entretenimiento" fue general y obligó a su suspensión.
El 11 de enero entró en vigor un recorte en la jornada laboral de todos los funcionarios públicos, de ocho a cuatro horas por día, pero el apagón de la burocracia tampoco ha significado un ahorro importante de energía. Más tarde, el 13 de enero, el Gobierno probó con cortes de electricidad de cuatro horas diarias en Caracas y el caos se apoderó de la ciudad: los semáforos dejaron de funcionar, los hospitales no pudieron atender pacientes, la policía se lanzó en masa a las calles para evitar que se cometieran más crímenes de los que ya ocurren a la luz de las bombillas y el Gobierno se vio obligado a revertir la medida.
En las provincias de Venezuela se han padecido con más rigor los cortes de luz. En ciudades como Mérida, en los Andes venezolanos, el servicio eléctrico ha sido suspendido hasta ocho horas diarias, en intervalos de dos horas. El racionamiento, junto a la suspensión de la señal en los servicios de televisión por cable del canal Radio Caracas Televisión Internacional (RCTVI) por órdenes del Gobierno, generaron violentas protestas en esa ciudad la semana pasada, donde murieron dos estudiantes.
El domingo pasado, el presidente Chávez también anunció la creación de un fondo de 1.000 millones de dólares para "acelerar el desarrollo energético". El dinero será invertido en 59 proyectos de generación y distribución eléctrica, y en otros 50 de operación y mantenimiento.
Cortesía: El País