Un año se cumple hoy de la burla de la que fueron objeto los tacneños, de parte de sus autoridades, encabezadas por el presidente regional Hugo Ordóñez Salazar, quienes no supieron defender el canon minero para la región.
Luego de transcurridos 365 días los representantes de la ciudad heroica, no terminan de explicar por qué orillaron a la población a una jornada de protestas infructuosas que no se vio respaldada con las gestiones políticas ante el parlamento y el ejecutivo.
Mientras en el congreso de la república sólo dos parlamentarios (Flores Torres y Luizar Obregón) votaban en contra de la aprobación del proyecto 2713 y a favor de Tacna, la sede de la gobernación era víctima de un descomunal ataque, poniéndose en riesgo la vida de los trabajadores de esta institución. Junto con la gobernación, el local partidario del APRA también fue atacado por turba de manifestantes.
Lo ánimos se caldean cada vez más toma de la gobernación, se sumaban las protestas realizadas en la frontera con Chile, donde siete peruanos fueron detenidos por la policía chilena.
Lo descrito anteriormente, marcaba el inicio del caos que vivió la ciudad, mientras las divididas autoridades, no daban respuestas concretas a la población que comenzaba a sentir los estragos de la paralización.
EL CAOS SE DESATÓ EN TACNA
El 31 de octubre iniciaba con la toma del Puente Locumba y el enfrentamiento entre los pobladores y los efectivos de la Dinoes, quienes apostados en diferentes puntos lanzaban bombas lacrimógenas para replegar a la población.
Una de las bombas lanzadas impactó en la cabeza del ciudadano Gelmer Arpasi, dejándolo primero gravemente herido y ocasionándole luego la muerte.
Lo que sucedió después es historia ya conocida, los enfrentamientos entre policías y civiles era cuestión de todos los días, instituciones como el banco de la nación y el módulo de justicia en Gregorio Albarracín, fueron destruidas mientras que en Ciudad Nueva el municipio era incendiado.
TACNA EN EMERGENCIA
La respuesta del gobierno fue una sola, el 4 de noviembre se declaró a Tacna en estado de emergencia y levantar las garantías. El ejército salió a las calles y las tanquetas resguardaban las instituciones públicas.
Los tacneños encontraron entonces otra forma de protestar, con cacerolas en mano marcharon por las calles de la ciudad durante varios días.