Asqueada por la corrupción, la Generación del Bicentenario hizo el milagro luego de luchar a brazo partido en calles y plazas en manifestaciones jamás antes vistas en la historia del Perú, manifestó el periodista Óscar Vargas Romero.
Óscar Vargas Romero, periodista.
Esta mañana, 17 de noviembre 2020, los peruanos amanecimos con una primavera democrática.
Ciudadanos sin república, a los que los expertos califican como integrantes de la Generación del Bicentenario, son los responsables de haber parido esta historia inédita, plena de resplandor, alegría y bullicio.
Tras siete días de combate en las calles y plazas del Perú contra un régimen neoliberal, conservador, tirano y de espíritu amargo, lograron imponer lo que Basadre en su juventud había percibido: la construcción de la promesa peruana. Que el Perú no sólo es problema, sino posibilidad y además esperanza.
Y para lograr este milagro – con las armas del coraje y de las herramientas de la tecnología de punta, el Internet -, pudieron doblegar el ataque feroz de la represión policial, en manifestaciones pacíficas, jamás antes registradas en la vida republicana, con un saldo trágico de vidas jóvenes, centenares de heridos y desaparecidos en el desborde popular transmitido, en tiempo real, por la televisión y las redes sociales.
Era el reality sin libreto y guión, la teleserie protagonizada por los hijos del nuevo orden.
Y que se materializaba en haber puesto en Palacio de Gobierno a un académico universitario como Presidente de la República en tránsito a la Democracia, en vez del tirano megalómano de vieja estirpe que para convencer usaba la coima, el pisco, la butifarra, el garrote y la mentira
Aparecía, en el umbral de la historia, la figura de Francisco Sagasti Hochhauster, ingeniero, investigador científico, comunicador por naturaleza, hijo de madre periodista, Elsa Hochhauler Reinich, la recordada columnista de Habla una Mujer que publicaba La Prensa de Lima, hace más de medio siglo.
EL ESTILO SAGASTI
Quizás por esta vocación de tender puentes de diálogo en el debate, de escuchar primero y después hablar, vimos en acción el estilo Sagasti, tras doblegar en el Congreso de la República a los representantes de una mafia que se cree aún invisible, sagaz como los ángeles de las tinieblas, pero sorprendidos con las manos en la masa gracias a los reflectores de la Prensa responsable, independiente, producto de sus unidades de investigación.
Escuchar y luego opinar y decidir, es el estilo Sagasti.
No es una novedosa manera de gobernar, sino la metodología de la investigación en los laboratorios académicos universitarios, donde se trabaja en equipo sincronizado, en base a planes y programas.
El autor de Agenda Perú y más de 20 libros sobre innovación tecnológica, demostró ayer, luego de ser investido presidente del Congreso, que el diálogo es el camino perfecto para superar la anarquía y el peligroso vacío de poder que conlleva la tentación totalitaria.
La televisión, en vivo y en directo, mostró la figura quijotesca del nuevo mandatario ir al encuentro de los manifestantes apostados en las puertas del Congreso, en la víspera custodiado por policías armados hasta los dientes y reprimiendo a sangre y fuego a los indignados.
Vimos a Sagasti estrechar las manos de los heridos de las manifestaciones en el hospital, pedir perdón a la Nación por los asesinatos de los jóvenes universitarios Inti y Bryan por la brutal represión policial.
Decir con energía que los autores deberán pagar sus crímenes.
Vimos, asimismo, en la noche su amable conversación con conductores de televisión, señalando con prudencia que está buscando profesionales para la conformación del Gabinete Ministerial, sin prisa y sin pausa, tal como se trabaja en la investigación científica, donde los grupos de asesores son que ponen las reglas de juego y la palabra final.
Vimos al atildado profesor de aula precisar que el perfil de los integrantes de su Gabinete Ministerial deberá tener honestidad, eficiencia, compromiso y capacidad de trabajar en equipo de mano de la imaginación, pero con pies en tierra, como el Quijote de darga figura que lucha contra los molinos y el pragmatismo de Sancho Panza.
Ojalá que este estilo de trabajo sirva ahora, cuando la Generación del Bicentenario anuncia que no dejará de batallar para el cambio de la Constitución y la eliminación de la inmunidad parlamentaria.
Los ciudadanos sin república, claman y hacen viral el grito de que debemos erradicar la Sobornocracia de siglos y, en lo inmediato, generar trabajo con seguridad sanitaria en medio de la pandemia que sigue diezmando vidas y destruyendo economía.