LA PRESENCIA DE MARIATEGUI EN TACNA
Efraín Choque Alanoca
Nos preocupa en el presente artículo entregarles un breve estudio que explica la temprana presencia del pensamiento de Mariátegui en la ciudad de Tacna, a través de la prensa local, ocurrida a principios de los años 30 del siglo pasado.
EL CONTEXTO
No bien finalizada la lucha plebiscitaria durante 1925-29 y el consecuente retorno de Tacna al suelo patrio, la sociedad peruana soportaba una profunda crisis económica que sepultó la dictadura de Leguía (agosto de 1930), y agudizó la lucha de clases. Los movimientos obrero-estudiantiles de los años precedentes impulsados por las nuevas ideologías anarquista, socialista y aprista, se trasformaron en los modernos partidos políticos. Eran los tiempos aurorales del Partido Comunista de Mariátegui y el Apra, que representaban a los sectores populares y clases medias urbanas en proceso de pauperización. Los sectores dominantes y oligárquicos cerraron filas en torno al Partido Unión Revolucionaria, réplica criolla de las organizaciones fascistas de Italia y Alemania. La polarización de estos sectores llegó a su punto más alto y desencarnado, con el proceso electoral de 1931, y sus resultados con visos fraudulentos, como denunció el Apra.
Fueron años efervescentes, llenos de paros, huelgas y movilizaciones de los trabajadores, provocados por los estragos de la crisis, en que “los de arriba” no podían gobernar como antes, entonces acudieron a la represión, el confinamiento y el asesinato en masa (debelación sangrienta de la huelga minera de Morococha, en 1930; y de la insurrección de Trujillo, en 1932). Cuando la inestabilidad encrespó, las capas dominantes no dudaron en acudir al golpe de Estado, desesperadas por mantener la antigua dominación cuestionada por los sectores populares (Sánchez Cerro, 1930; Benavides, 1933). Eran momentos de cruenta guerra civil, “años de barbarie”.
II. MARIATEGUI EN LA NACION DE TACNA
La transformación de la disputa ideológica y política centrada en Lima, muy pronto se irradió en provincias, por distintos medios. En Tacna la escena periodística fue el lugar natural para la difusión de las nuevas ideologías. El aprismo temprano, de su etapa heroica, ganó rápidamente vastos círculos de adeptos, reclutando en sus filas a intelectuales, maestros, pequeños agricultores y comerciantes locales. A diferencia de la capital, en Tacna sus líderes no polemizaron inicialmente con el grupo socialista-marxista de Mariátegui, si no con una tendencia fascista-sanchezcerrista. Este debate se produjo en las páginas del diario local “La Nación” (1931-1932), y para ello, apristas y sanchezcerristas, contaban con el apoyo resuelto de sus cuadros políticos radicados en Lima.
Por estos años, los líderes del Partido Comunista fueron confinados en el Campo de Concentración de Madre de Dios, mientras que los dirigentes de la CGTP fueron perseguidos, y la organización partidaria dejada por Mariátegui, fue conducida por los caminos de sectarismo y el ultraizquierdismo. En Tacna no hubo un grupo inicial difusor de las ideas del Amauta. Fueron, por ello, los propios apristas quienes, en forma inorgánica, esporádica, se encargaron de divulgar las ideas mariateguistas, sobre la revolución, el rol de los intelectuales, regionalismo y centralismo, en las columnas de La Nación.
En el ambiente local, antes que circulara La Nación, aparecieron también algunos números de los periódicos El Tacora (1930) y posteriormente de La Verdad (1932-34); sin embargo, en ellos no existen referencias, transcripciones o artículos firmados por Mariátegui.
La Nación era un tabloide con características tipográficas similares a los periódicos de la época, de diaria edición. Atraviesa por cuatro etapas en su desarrollo ideológico.
1.-ETAPA PRO APRISTA. (De enero a marzo de 1931). Caracterizada por las simpatías con los planteamientos de Haya de la Torre. Tuvo por directores a Luis Raúl Hernández y Guillermo Auza Arce. En esta etapa apoyó la candidatura de Jorge Basadre para la Asamblea Constituyente. Carlos Nalvarte, también respaldó a Basadre. La línea editorial de la Nación fustigó al candidato sanchezcerrista en Tacna: el Coronel José Urdanivia Gines.
2.-ETAPA APRISTA. (De marzo hasta el 15 de agosto de 1931). El diario asumió un comportamiento declaradamente aprista. Esto se expreso en la asunción de la doctrina, convirtiendo el periódico en organizador del movimiento en Tacna y distritos del interior. En este periodo transcribió artículos de las revistas apristas “Tribuna” y “APRA“ de Lima. En consecuencia, “La Nación” del 19 de abril informó que “EL CEN del PAP acredita al Dr. Pérez Reinoso como su primer delegado en Tacna”.y acotó: “Entre nosotros hay muchos entusiastas del aprismo a quienes solo falta organizarse para contribuir a reforzar el único partido político verdadero que hoy existe en el Perú”. En esa misma edición aparece el artículo firmado por JECA: “Ciudadano Tacneño Ud. es aprista sin saberlo”. El director de esta etapa fue Manuel Chepote.
Eran momentos de intensa campaña electoral presidencial y para la Asamblea Constituyente, la misma había sido convocada por la Junta de Gobierno precedida por David Samanez Ocampo. La sociedad civil se polarizó en dos fuerzas políticas: los sectores populares y clases medias urbanas que en su mayoría apostaban por el APRA y Haya de Torre; y los sectores oligárquicos y militaristas que postulaban a Sánchez Cerro para la presidencia de la República.
En Lima como en Tacna, el Apra tuvo que defenderse de las acusaciones propaladas por los órganos sanchezcerristas y civilistas, de ser un movimiento marxista, comunista anticatólico, insurreccional. Ante ello, los líderes apristas contestaban negando su adscripción al movimiento comunista internacional. Señalaban diferencias con el Partido Comunista y el marxismo en general.
3.-ETAPA SANCHEZCERRISTA. (Del 15 de agosto al 19 de septiembre de 1931). “La Nación” fue controlada por líderes locales de la Unión Revolucionaria, nombran a Agusto de Villa Tapia como el nuevo director del diario, en sustitución de la anterior dirección aprista. La Unión Revolucionaria desde el primer número arremete con una andanada de artículos contra el Apra. La publicación del 21 de agosto titula en grandes caracteres: “Los Aprista son comunistas”, y deslindan a continuación con la tesis “comunistas” de Haya. El conductor del periódico hábilmente reproducía artículos y escritos de dirigentes comunistas y progresistas que habían dirimido ideológicamente con el Apra. Así, los tacneños pudieron leer las tesis polémicas del joven dirigente comunista cubano, julio Antonio Mella, titulado ¿Qué es el Apra?.Asimismo por esos días aparece el artículo de Ernesto More El APRA y las izquierdas. El artículo resultó demoledor y presentó al Apra como un partido caudillista, demagógico, al viejo estilo civilista y oligárquico. En las ediciones siguientes continuaron los enfrentamientos y ataques al APRA: Aprismo = confusionismo. Cuando el candidato Haya de la Torre anunció su arribo a Tacna, La Nación respondió: Llega un candidato burgués más.- El mismo perro con distinto collar. Quizá la acusación y denuncia más categórica y vigorosa, en el plano local, fue aquella contra el líder aprista Pérez Reinoso. en la actualidad, el dirigente más calificado del APRA entre nosotros, es el secretario tesorero del Colegio Nacional de Varones, personaje de los acontecimientos más sombríos, cuyo nombramiento causó asombro en el elemento conciente de la localidad, cuando se recuerda que (fue) uno de los que desertó de las filas de los peruanos, en las horas plebiscitarias, traicionado a la causa nacional de la forma más vergonzosa y canallesca, fugándose a la República vecina (Cfr. La Nación.6 de septiembre de 1931).
En la edición del 12 de septiembre aparece la primera alusión al pensamiento Mariátegui. Brota espontáneamente, en el marco de un reportaje al candidato al parlamento: Carlos Nalvarte Zevallos. Nalvarte, por esos momentos era opositor al régimen de Sánchez Cerro. La designación duró pocas horas, pues la Junta de Gobierno de Samanez Ocampo restableció el vació de poder y gobierno en Tacna y el Perú. Pero Nalvarte, tampoco compartía el ideario aprista, es más, en el reportaje indicado, aclaró y desmintió la conocida amputación de Haya de la Torre en el sentido que Mariátegui era aprista. Como hoy se sabe hasta la saciedad, José Carlos Mariategui, esclareció su filiación ideológica marxista convicto y confeso, en carta pública, luego de sufrir confinamiento en la isla de San Lorenzo, por acción de la dictadura de Leguía, junto a Jorge Basadre y otros intelectuales y líderes obreros de la capital.
Por la importancia y el interés que reviste la entrevista realizada al candidato Carlos Nalvarte, reproducimos su parte más sustancial:
-Le interrumpimos: nos hace recordar, Carlos, a Mariátegui, cuando dice:”El Perú para los peruanos”
-Ah! Mariátegui era izquierdista pero sano y aunque sea paradójico, no gritó americanismo; sin pecar de egoísmo; predicaba peruanidad, nacionalidad. Los límites de su Patria, y el tesoro de sus virtudes están encuadrados en otro ambiente al que Uds. me quieren llevar, el APRA.
-Sí, Carlos, alguien piensa que ese gran hombre que vive en nuestro recuerdo y como un monumento a su posteridad nos dejó sus obras, era Aprista.
-Ya ven como se engañaban a las gentes de Tacna.
Difiere uno de lo otro.
Y, así, Carlos Nalvarte, impasible soporta todo el asedio de nuestras preguntas, sereno, tranquilo y hasta alegre…” (La Nación. 12 de setiembre de 1931)
4. ETAPA DE RESTABLECIMIENTO APRISTA. (Del 20 de setiembre de 1931 a marzo de 1932). El Apra retomó el control ideológico del diario, con la dirección de Juan Arce Arnao.
Luego de los resultados electorales, en los que resultó triunfante el comandante Luis Sánchez Cerro, candidato de las fuerzas oligárquicas y derechistas del Perú, el Apra reclamó los vicios fraudulentos del proceso y alegó su nulidad. El Jurado Electoral desestimó los reclamos y entonces el APRA desarrolló una actividad crecientemente subversiva, insurrecional, desconociendo la autoridad del presidente electo. En este contexto se produjo un conjunto de brotes motinezcos y levantamientos en Lima y Trujillo.
Mientras tanto, en periódico local “La Nación” continuaba suscribiendo notas periodísticas a favor del movimiento aprista en repliegue por la represión oficial. Por aquellos días aparecieron en las páginas del diario, el “Plan de Acción del Apra” y un reportaje extenso al electo parlamentario aprista por Tacna, Gustavo Neuhaus.
El 25 de noviembre, por vez primera apareció en la palestra periodística local, un conjunto de ideas textuales de José Carlos Mariategui. Es probable que hayan sido tomadas de la revista limeña Variedades” o de su libro La escena contemporánea”, publicado en 1925, la primera frase publicada, tan popular en nuestros días, por sus múltiples citaciones, empieza así:
La revolución es una obra política. Es una realización concreta. Lejos de las muchedumbres que la hacen; nadie puede servirla eficaz y válidamente. La labor revolucionaria no puede ser aislada, individual, dispersa. No es posible entregarse a medias a la revolución. Los intelectuales de verdadera filiación revolucionaria no tienen más remedio aceptar un puesto en la acción colectiva” (Cfr. El Grupo Clarté. En: La escena contemporánea. VI. OC.EEA)
El segundo de los textos fragmentarios del Amauta, publicado por editores apristas de La Nación está referido al comportamiento político de los intelectuales inorgánicos:
El intelectual, como cualquier idiota, está sujeto a la influencia de su ambiente, de su educación y de su interés. Su inteligencia no funciona libremente. Tiene una natural inclinación a adaptarse a las ideas más cómodas; no a las ideas más justas. El reaccionarismo de un intelectual en una palabra nace de los mismos móviles y raíces que el reaccionarismo de un tendero. El lenguaje es diferente, pero el mecanismo de la actitud es idéntico…(Cfr. El Grupo Clarté. En: La escena contemporánea. VI. OC.EE.A)
El último fragmento, que La Nación publicó en su edición del 25 de noviembre, es parte del artículo que Mariátegui dedicó a unos de sus autores franceses predilectos, Henry Barbusse:
La política hoy es la única grande actividad creadora. Es la realización de un inmenso ideal humano. La política se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria. Y la verdad de nuestra época es la revolución (Cfr. Henry Barbusse. En: La escena contemporánea. VI OC. EE.A)
La divulgación periodística de estas ideas sueltas y fragmentarias del autor de los 7 ensayos, se explican en razón que tales ideas no comprometían ni cuestionaban directamente los puntos capitales de la doctrina aprista. La aparición en el ambiente local, del primer artículo íntegro de Mariátegui, se produjo el 15 de diciembre de 1931. Se trataba de un texto extenso de tres páginas que llevaba por título El problema de la capital. En el su autor examinaba el proceso y rol de la capital peruana en sus distintas etapas históricas, articulada al desarrollo político, económico, social y las implicancias geográficas. En realidad, este tema forma parte del ensayo Regionalismo y centralismo de su libro Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, editado en 1928. Y fue publicado primigeniamente en Mundial, el 12 de febrero de 1926, con el titulo El porvenir de Lima (Cfr. Jorge Falcón. Amauta: polémica y acción de Mariátegui. EEA. Lima, 1979. p.148)
Cuando “La Nación” expiró en marzo de 1932, motivado por la represión generalizada del régimen contra el aprismo y el comunismo; sin mucha pausa, apareció “La Verdad” (mayo de 1932), vocero de la Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro y el fascismo criollo. “La Verdad”, sin contendores monopolizó la opinión pública local, por unos meses más, hasta la muerte del caudillo y el régimen. La ideas de Mariátegui, tuvieron que esperar otra coyuntura favorable para su propagación en el ambiente periodístico local: la primavera democrática de 1945-48.
III. A MANERA DE EPILOGO
La presencia temprana de las ideas sociopolíticas de José Carlos Mariátegui se produjo en la ciudad de Tacna en 1931 en la prensa escrita, específicamente en el periódico local La Nación. El país vivía momentos de dura crisis social y política signada por el enfrentamiento entre los fascistas criollos (Unión Revolucionaria y los sectores apristas y socialistas-marxistas. Luego cuando la crisis se trasformó en dictadura militar el debate fue silenciado y sobrevino la represión de las nuevas ideologías. La derecha reaccionaria, macartista y fascista de entonces acusaba a los líderes fundadores del Apra y del comunismo, de profesar ideas extranjeras, por lo que reclamaban la expatriación de estas ideologías del “concierto democrático” por ser opuestas a la Constitución de la época.