«A fines del siglo XIX se casaron en Lima los jóvenes esposo Antonio Ciriani y Angelina Santa Rosa. Allí les nació Ernesto, el hijo primogénito. Al iniciarse el siglo XX el padre decide trasladarse al puerto de Arica para, al poco tiempo, trabajar en la construcción del ferrocarril Arica-La Paz. La familia crece con la llegada de Vittoria, Enrique, Anna, Carlos y Antonio.» .AUTOR: FREDDY GAMBETTA
El italiano Antonio Ciriani, con el producto de su trabajo, construyó una amplia casona que ahora, después de un siglo, sigue enhiesta en el centro de Arica, en la esquina que forman las calles 21 de mayo y Gallo. Actualmente la ocupa una academia pre universitaria. Destaca su bella arquitectura, las altas puertas de madera centroamericana y las rejas de fierro forjado en las que se aprecia el anagrama de la familia Ciriani.
En los años de la convocatoria del plebiscito, que determinaría la nacionalidad definitiva de Tacna y Arica, la casa de los Ciriani, ubicada en la entonces llamada avenida Dos de Mayo – hoy 21 de Mayo- se convirtió en un centro de propaganda y reunión de los patriotas peruanos que luchaban por el regreso de Arica al seno de la patria peruana. A esa casona le llamaban “el Real Felipe”, haciendo alusión a la fortaleza chalaca.
“El Real Felipe”, residencia de la familia Ciriani, albergó a destacados ciudadanos peruanos de la talla de Manuel Felipe Santander, Anselmo Barreto y Manuel María Forero. Por sus habitaciones discurrieron, en esos aciagos años, valientes hombres que habían sufrido el ataque inmisericorde de los “mazorqueros”, o sea de los chilenos que nunca atacaban de hombre a hombre sino siempre amparados en el grupo, unidos como los granos de una mazorca de maíz; de ahí la denominación.
Entre aquellos heridos por lo matones chilenos, resaltó los nombre de los heroicos y anónimos ariqueños: Gregorio Anacarino, Alejandro Martorelia, Tomás Márquez y Leonidas Yanulaque; de los tacneños Carlos Villena Quelopana, Ricardo Alay Quelopana y José Valderrama de los limeños Mayor EP Esteban Conilich y Clemente Aráoz y del moqueguano Ricardo Cornejo.
El menor de edad Enrique Ciriani fue víctima de feroces palizas. A causa de ello, como lo escribe Manuel Portocarrero, en su libro LO QUE VI EN ARICA, sus padres lo envían a Lima, donde ingresa a la Escuela Nava y después a la Fuerza Aérea, a la que llama a sus hermanos Carlos y Antonio Carlos Ciriani Santa Rosa fue el último comandante que tuvo la Base Aérea ubicada en el distrito tacneño de Calana, en Tacna, en una propiedad que hoy ocupada la Dirección Regional de Educación.
Carlos Ciriani Santa Rosa vivió sus años de cadete en la fuerza aérea italiana. De allí regresó a engrosar las filas de los pilotos de la Fuerza Aérea del Perú.
El Coronel FAP Carlos Ciriani Santa Rosa y su esposa mueren trágicamente en un accidente de aviación regresando de un viaje a la Argentina. Su hermano Enrique, ex combatiente del escuadrón aéreo en el conflicto con el Ecuador, en 1941, hizo gestiones para que se denominara al aeropuerto internacional de Tacna con el nombre de su hermano Carlos.
Cuando viajo al puerto de Arica no solamente visito la Casa de Bolognesi, un altar de la pruanidad; el local de la Aduana, que luce los colores peruanos en la fachada; la iglesia de San Marcos y la casa Yanulaque, sino que también veo, con nostalgia, la vieja casona que habitaron los Ciriani y que guarda, qué duda cabe, el espíritu peruano. Las casas también tienen alma. En este caso el alma del Perú.
