El avión fletado para trasladar a los ciudadanos rusos entregados ayer por Moscú en el intercambio de espías con EE UU aterrizó esta madrugada en el aeropuerto Dulles de Washington, pocas horas después de que el aparato en el que viajaban los 10 agentes deportados desde Nueva York llegaran también a Moscú. Ambas aeronaves se habían cruzado en Viena, la ciudad donde se produjo el canje.
Una caravana de vehículos todoterreno esperaba a pie de pista la llegada del avión en Washinton, que pone fin al mayor canje de espías desde la guerra fría. Aguardaban también agentes de la CIA para conducir a los rusos a un lugar donde, supuestamente, han sido ya interrogados e informados de las condiciones de su nueva vida. Las autoridades estadounidenses no han informado de si en este aparato viajaban los cuatro ciudadanos liberados por Moscú o si, como indican algunos medios americanos y británicos, dos de ellos volaron a Reino Unido desde Viena.
De los diez deportados desde EE UU, la mayoría son rusos con identidad falsa. De los enviados desde Moscú, tres se encontraban cumpliendo condenas de espionaje en su propio país, y el cuarto, Guennadi Vasilenko, de 69 años, estaba ya en libertad tras haber cumplido una condena de tres años en régimen abierto que le fue impuesta en 2006 por tenencia ilícita de armas. Los medios de comunicación rusos, sin embargo, se refieren a cuatro condenados por espionaje y traición al Estado y de ese supuesto parte, aparentemente, el decreto de indulto firmado por el presidente Dmitri Medvédev sobre el que informó el viernes la página oficial del Kremlin.
La operación, realizada por común acuerdo entre los dos países, es, que se sepa, la primera en el género "intercambio de espías" que se efectúa desde los tiempos de la guerra fría, concretamente desde el canje en 1986 del defensor de derechos humanos Yuri Orlov, que cumplía una condena de prisión y destierro, y el funcionario de la ONU, Guennadi Zajárov, acusado de espionaje bajo cobertura diplomática. Aquel intercambio tuvo lugar en vísperas de la cumbre de los presidentes de la URSS y Rusia, Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan, respectivamente en Reikiavik (Islandia).
El viernes de madrugada, el Kremlin informó que Dmitri Medvédev, había firmado un decreto por el que indultaba a cuatro ciudadanos rusos que le habían dirigido tal solicitud tras reconocerse culpables. El Kremlin informó que los indultados -Alexander Zaporozhski, Guennadi Vasilenko, Serguéi Skripal e Igor Sutiaguin- se encontraban "privados de libertad por decisión judicial y habían sufrido ya un severo castigo".
Perfil de los espías
Zaporozhski, un agente del espionaje exterior ruso, fue condenado en 2003 a 18 años de cárcel como culpable de traición a la patria por espiar a favor de EE UU. Serguéi Skripal, ex funcionario del servicio de inteligencia militar (GRU), fue condenado a 13 años de cárcel en 2009 por espiar a favor del Reino Unido, y el experto Igor Sutiaguin, que trabajó como jefe de sección en el Instituto de EE UU y Canadá, recibió una pena de 15 años en 2004 por entregar informaciones secretas a la empresa británica Alternative Futures, considerada como una tapadera de los servicios secretos norteamericanos.
Dato sorprendente es que Gennadi Vasilenko, ex vicejefe del servicio de seguridad de la cadena de televisión NTV Plus y ex veterano de los servicios de seguridad soviéticos arrestado en 2005, había sido condenado en 2006 por cargos que nada tienen que ver con el espionaje. Un tribunal de Moscú le consideró culpable de tenencia ilícita de armas, intento de preparación de explosivos y oponer resistencia a la autoridad "armado con un bolígrafo". La televisión rusa oficial reconoció, sin entrar en detalles, que Vasilenko estaba en libertad, circunstancia que no concuerda con la explicación oficial del decreto del presidente Medvédev. El veterano Vasilenko fue vicejefe de los servicios secretos soviéticos con cobertura diplomática de la URSS en Washington en los años 80 y se le considera el supuesto responsable del reclutamiento del agente norteamericano Robert Hansen por Moscú.
Igor Sutiaguin, que en calidad de funcionario del Instituto de EE UU y Canadá, tenía acceso a información sobre armamento, fue detenido en octubre de 1999 y siempre negó su culpa. Defensores de derechos humanos consideraban su caso como uno de los ejemplo de "espionitis", es decir la supervivencia y reanimación de los hábitos de la Guerra Fría que a fines de los noventa y principios de esta década acompañó al afianzamiento en el poder de Vladímir Putin, un veterano del espionaje exterior de la URSS.
Para defender a los científicos acusados en distintas instituciones de investigación de Rusia se formó el Comité Social de Defensa de los Científicos, entre cuyos miembros se contaba el premio Nobel de física, Yevgueni Ginzburg, ya fallecido.
Según un comunicado del ministerio de Exteriores de Rusia, el Servicio de Espionaje ruso y la CIA realizaron el intercambio, "cumpliendo las órdenes de los dirigentes de ambos países", partiendo de "consideraciones de carácter humanitario" y los principios de "colaboración constructiva", y de acuerdo con la legislación nacional. El canje se enmarca en el contexto de "la mejora de las relaciones ruso-norteamericanas", su nueva dinámica y en el espíritu de los acuerdos entre los dirigentes de ambos países, señalaba. Una alta fuente de la administración presidencial, citada por la agencia Itar-Tass, manifestaba que la operación se había organizado "de forma rápida, técnica y sin dificultades" y lo atribuía al "nuevo espíritu" en las relaciones de ambos países.
Cortesía: El País