La ayuda para los damnificados del sismo que en la madrugada del sábado último azotó el sur y el centro de Chile empezó a llegar hoy a las zonas más afectadas dando un alivio a ciudades devastadas, mientras continuaba la búsqueda de desaparecidos, especialmente en las poblaciones costeras que fueron sorprendidas por un poderoso tsunami.
Con un saldo de víctimas que ya asciende a 802 muertos, la destrucción provocada por el terremoto y el tsunami se extendió a varias ciudades y poblaciones, a donde la ayuda había llegado de manera desigual.
Ayer, la presidenta Michelle Bachelet reconoció que el sismo y el tsunami generaron un daño generalizado en el sector productivo, afectando duramente las infraestructuras, la agricultura, el comercio, el turismo, la minería, la industria y la construcción del país.
Concepción, la segunda ciudad más importante de Chile, se ha convertido en una especie de símbolo de la tragedia: allí es donde ésta se ha vivido en toda su intensidad, e incluso su puerto, Talcahuano, quedó inutilizable por el tsunami.
La falta de ayuda en los primeros días provocó saqueos y robos que obligaron a una rápida militarización y a un toque de queda de 18 horas, de manera que sus habitantes sólo pueden salir a las calles entre el mediodía y las seis de la tarde, siempre bajo una férrea vigilancia de los soldados. Otros seis municipios también están bajo toque de queda: Talca, Cauquenes, Constitución, Curicó, Molina y Sagrada Familia.
"La red de distribución está operativa y el grueso de la ayuda comienza a llegar", dijo Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi). Chile ha distribuido 8174 toneladas de ayuda para los damnificados, informó el subsecretario del Interior, Patricio Rosende.
Otras 174 toneladas serán llevadas por vía aérea y terrestre en el transcurso de la jornada, en tanto que 700 toneladas adicionales llegarán por vía marítima en dos buques de la marina.
Como prueba del nerviosismo imperante, ayer, tras una fuerte réplica la policía lanzó una alerta de tsunami, que fue desechada por la Onemi menos de una hora después pero que generó escenas de pánico, con cientos de personas buscando la parte alta de la ciudad.
Esta fuerte reacción posiblemente se debió a la polémica generada por la falta de alerta de tsunami el sábado a causa de la falta de coordinación entre varias entidades estatales.
Por eso el país vive una polémica que involucra a la presidenta Michelle Bachelet, a la Marina y a la Onemi por una serie de órdenes y contraórdenes tras el potente terremoto del sábado, lo que derivó en que se descartara la alerta del tsunami que luego devastó varios pueblos costeros.
Cortesía: La Nación